Al fin descansas amiga mía.
Casi catorce años hace que llegaste a mi vida y desde ese momento cambió todo lo que pensaba en lo referente a los animales y más concretamente a los perros.
Como sabes me dabais miedo, no me preguntes por qué, pero hasta un caniche suelto me hacía cambiar de acera. Pero Elena quería un perro y tras hablar con Mónica (educadora canina como sabes), me dijo que si queríamos un perro grande pero a mí me daban miedo, que cogiéramos un Labrador.
La primera vez que te vi tenías apenas una semana y cabías en la palma de mi mano. Con mes y medio viniste a casa y desde el primer día me demostraste lo que es dar amor desinteresadamente. Soy depresivo, lo sabes, y nadie mejor que tú detectaba cuando estaba de bajón. Te sentabas a mirarme y como no te decía nada me dabas con tu pata. Yo te decía que no me apetecía jugar pero tú, tranquilamente me volvías a dar con la pata, así una y mil veces, hasta que conseguías hacerme reír y nos poníamos a jugar, siempre lo conseguías.
Querido amigo:
Hace doce horas que nos has dejado, y no he podido parar de llorarte desde entonces.
Un tumor en el bazo ha hecho que te vayas de nuestro lado. El único consuelo es que no has sufrido, y cuando una enfermedad no tiene solución, esa es la única buena noticia posible.
Llegaste a nuestra vida hace once años y medio. De pequeño eras feote, sobretodo para ser un Labrador, y muy miedoso. Con el paso de los días fuiste siendo cada vez más guapo, pero también tenías más miedo, sobretodo de los perros grandes. Si venía un perro pequeño, te tumbabas panza arriba y dejabas que te mordisqueara. Pero si el perro era grande… Todavía recuerdo el mordisco que le diste a aquel Rottweiler que se sentaba encima tuyo cada noche, menos mal que el pobre no se revolvió.
Hace unos días os hablábamos de las multas que nos pueden poner por llevar a nuestros perros a la playa.
Hoy os hablamos de todo lo contrario. En la Playa de La Rubina, en Castelló d’Empúries (Girona), el ayuntamiento ha decidido habilitar una zona de unos 200 metros, en la que todos podremos disfrutar acompañados de nuestros perros.
Esta localidad de la Costa Brava lleva a cabo esta inciativa, fundamentalmente por las numerosas peticiones de turistas, sobretodo extranjeros, que demandaban un espacio para poder acudir a la playa acompañados de sus amigos peludos.
La zona de la playa de La Rubina que admite perros, es la situada en el tramo situado junto a la vecina localidad de Roses. Dos carteles antes de llegar a la arena informan de esta excepción y, en la misma línea de costa, se instala otro durante la temporada de verano.
Vuestros comentarios