Al fin descansas amiga mía.
Casi catorce años hace que llegaste a mi vida y desde ese momento cambió todo lo que pensaba en lo referente a los animales y más concretamente a los perros.
Como sabes me dabais miedo, no me preguntes por qué, pero hasta un caniche suelto me hacía cambiar de acera. Pero Elena quería un perro y tras hablar con Mónica (educadora canina como sabes), me dijo que si queríamos un perro grande pero a mí me daban miedo, que cogiéramos un Labrador.
La primera vez que te vi tenías apenas una semana y cabías en la palma de mi mano. Con mes y medio viniste a casa y desde el primer día me demostraste lo que es dar amor desinteresadamente. Soy depresivo, lo sabes, y nadie mejor que tú detectaba cuando estaba de bajón. Te sentabas a mirarme y como no te decía nada me dabas con tu pata. Yo te decía que no me apetecía jugar pero tú, tranquilamente me volvías a dar con la pata, así una y mil veces, hasta que conseguías hacerme reír y nos poníamos a jugar, siempre lo conseguías.
De cachorra eras un pelín trasto. A mi padre le tenías las manos llenas de arañazos de morderle con esos dientes que eran como agujas, también recuerdo cómo corrías cuando los padres de Elena venían a casa, te hacía tanta ilusión y corrías tanto, que tus pequeñas patas no te daban de sí y bajabas los últimos escalones de las escaleras rodando.
También recuerdo cómo jugabas con todos los perros que se ponían en tu camino, sobre todo con Coca, la pitbull de unos vecinos de Parla. Podíais estar horas y horas corriendo y dándoos mamporros, hasta que ya os vencía el agotamiento, os tumbabais y seguíais la “pelea” tumbadas de lado golpeándoos con las patas sin apenas fuerzas. Pero te llevabas bien con todos, hasta aguantabas a la Alaska que te mordía varias veces, siempre has sido una santa, la agresividad era totalmente inexistente en ti.
Y con nosotros, qué decir, simplemente te aseguro que por muchos perros que tenga jamás tendré uno tan perfecto como tú, y es que amiga Tara, Elena y yo siempre hemos hablado que no tenías ningún defecto. Has sido muy buena, obediente, cariñosa (sin llegar a ser pesada como el bueno de Merlín), inteligente…
Quizás por eso y a pesar de la pena que tengo de saber que no volveré a besarte ni a abrazarte nunca, estoy relativamente tranquilo. No te merecías sufrir. Desde hace dos años, cuando murió tu hermano Merlín, has ido para abajo, cada vez peor, pero estas dos últimas semanas ya se te veía que no ibas a ser capaz de remontar. Te teníamos que ayudar a ponerte en pie y ya apenas comías, ¡con lo tragona que has sido siempre!, pero es que hoy según te levantaba te caías una y otra vez, no andabas nada y esta mañana tampoco has comido, ni tan siquiera el pollo cocido con arroz ni las salchichas que te he dado. No Tara, no te voy a dejar sufrir, y por eso te hemos llevado al veterinario, para que descanses y te encuentres con Rolo y Merlín y vuelvas a correr, saltar y disfrutar como hacíais cuando erais pequeños.
Te quiero Tara, siempre estarás en mi corazón, nunca dejaré de quererte.
Cuanto lo siento Juanky, tanto que estoy llorando desconsoladamente. D.E.P. Tara.
Muchas gracias María José.
que pena Juanki la verdad que esto quien nunca haya tenido un perro a su lado no sabe que se siente forman parte de nuestra familia yo pase por esta misma experiencia hace ya cinco años y todavia parece que fue ayer y la sigo nombrando mucho animo para los dos .
Queridos Juanky y Elena, sirva este mensaje para abrazaros. Solo vi una vez a Tara, pero sin duda, era una peluda especial. Lo siento mucho . Un beso
Un post muy emotivo y muy sincero.
Todos los que tenemos perro te entendemos perfectamente y te acompañamos en el sentimiento.
Seguro que a tara le hubiese gustado tu gesto al escribir este post.